En Bahía de Kino, Sonora, un grupo de pescadores se convirtió en buzos científicos, y ahora se dedican a hacer censos submarinos que ayudan al gobierno a determinar cuotas de pesca y apoyan en sus investigaciones a universidades como la de California, la de Arizona y la de Sonora.
El ’Grupo de los 8’ se formó en 2007 a raíz de una convocatoria que lanzó la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas y la organización civil Comunidad y Biodiversidad (COBI). Su trabajo ha llamado la atención a nivel nacional, y recientemente fue transmitido un reportaje especial en el programa “Punto de partida”, que conduce la periodista Denise Maerker.
El grupo está conformado por ocho buzos, y dos de ellos, Ramón Ulises Becerra Lamadrid y Leopoldo Encinas Bracamontes, son trabajadores del área de Vigilancia, en la Unidad Experimental Kino del Departamento de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de la Universidad de Sonora (Dictus).
El académico Luis Fernando Enríquez Ocaña explicó que la relación directa con este grupo que tiene la Universidad de Sonora es por medio de sus propios trabajadores, quienes son vigilantes, pero, además, colaboran dentro de las actividades del Dictus al salir a muestrear a mar abierto.
“Por las áreas y academias que tenemos en el Departamento, ellos nos apoyan, como son gente que se ha preparado, además de saber bucear, ellos, al darles instrucciones ya saben cómo y por qué hacer las cosas”, indicó el también coordinador del programa de la Licenciatura en Biología.
Expresó que los trabajadores han participado en una serie de proyectos –al menos cinco– y mencionó como el más reciente el que lleva por título “Efecto de las descargas de granjas camaronícolas sobre moluscos y crustáceos de las costas de Sonora”, en el que, aparte de investigadores de la Universidad, participaron tres del CIAD y uno de la Universidad Estatal de Sonora.
“Nos ayudan a tomar muestras, éste es un proyecto que tiene que ver con los organismos que están en dos lugares diferentes: uno frente a una zona de descarga de un parque camaronícola y otro que está en un lugar muy distante, o en una que podríamos llamarle zona limpia; entonces el proyecto trataba de ver si había diferencias entre esos moluscos y crustáceos comparando esos dos sitios, el impactado con el no impactado”, comentó.
El doctor en Biotecnología Acuícola reveló que el apoyo de los buzos se ha vuelto importante, y la situación ha sido especial porque ellos, siendo trabajadores dedicados a vigilancia, saben lo que realiza el Dictus y se han mostrado dispuestos a colaborar.
“Aun cuando su contrato no dice que se deben de involucrar, es algo que nace de ellos, porque el gusto que tienen por el buceo, por el conocimiento que han adquirido ahora que se han estado preparando como buzos monitores y promotores del cuidado de una pesca responsable, y como compañeros de trabajo que están deseosos de apoyar a otros”, resaltó.
Enríquez Ocaña también destacó que este grupo empezó trabajando a nivel local, pero su motivación fue tal que empezaron a proyectarse y a prepararse cada vez más y a recibir instrucción de biología y ecología, así como hacer los muestreos de manera científica como parte de la organización COBI, lecciones donde les afinan sus conocimientos y empieza a ser punta de lanza en la localidad para una pesca responsable.
El jefe del Dictus, Marco Antonio López Torres, destacó el trabajo de estos dos empleados de la unidad Experimental Kino, universitarios con quienes la relación laboral ha tenido acuerdos especiales para que puedan cumplir con compromisos en otros estados de la República (AGG).
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